Antes que las naves

Antes que las naves del corsario arrasen con mi puerto, tomaré mi saco de dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía y partiré a recorrer los caminos agrestes de tu campiña, buscando el árbol que nos cobijó aquella noche de nuestro encuentro, buscando el arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed, buscando el nido abandonado de aquellos pichones recién nacidos de la alondra que con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer; buscando bajo las piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré, cuando quise escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.

Y espero que el tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras, que los baches y piedras del camino no me hagan tropezar y caer; y que el viento del norte no entorpezca el caminar por los senderos de tu tierra.

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viernes, 20 de septiembre de 2013

Por los caminos del insomnio



Te busco en la profundidad de la inconciencia,
te busco en los escondites del sueño,
te busto en los pasillos de la locura
y te vislumbro en los senderos escabrosos del insomnio.
Quiero atraparte para que seas la musa de mis versos,
el aliento que oxigene mis pulmones,
la caricia carencial de mis sentidos,
el beso agridulce en el festín de la lujuria,
y el cuerpo que anhela mi sexo urgido.

Te quiero encontrar tras una mirada escondida,
en un campo de trigo o en un bar del puerto;
en la calesita  jugando con los niños del pueblo
o en un aeropuerto esperando abordar un avión;
en la marcha por los derechos de los pueblos originarios
o en medio de la pampa desafiando un huracán;
en un mitin por trabajo para los pobres marginados
o vestida de blanco en el funeral de un general;
en la biblioteca leyendo tus versos y los míos
o en la sala de parto pariendo a nuestros hijos.

En algún lugar, abierto o escondido, te voy a encontrar.
La parte intangible de mi realidad presiente tu presencia
y huele en las estelas de ese viento camarada de mi andar,
el olor de tu boca, de tu cuerpo, de tu sexo y de tu piel.
También advierto en los silencios de mis palabras vagabundas,
tu esencia exuberante de mujer, camarada y poetisa,
que va derramando  palabras dibujadas con tinta de color.
Te presiento, te siento, te huelo, te palpo y te veo realidad,
y todo me dice, que te encontraré entre los fantasmas del insomnio
que deambulan extraviados por el laberinto de mi locura.

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