Antes que las naves

Antes que las naves del corsario arrasen con mi puerto, tomaré mi saco de dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía y partiré a recorrer los caminos agrestes de tu campiña, buscando el árbol que nos cobijó aquella noche de nuestro encuentro, buscando el arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed, buscando el nido abandonado de aquellos pichones recién nacidos de la alondra que con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer; buscando bajo las piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré, cuando quise escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.

Y espero que el tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras, que los baches y piedras del camino no me hagan tropezar y caer; y que el viento del norte no entorpezca el caminar por los senderos de tu tierra.

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domingo, 22 de septiembre de 2013

En el humo del tabaco



Mientras la lluvia se confunde  
con el llanto del niño que no vino,
el café se enfría
enredando su vapor en el humo del tabaco.
El poeta, con la vista perdida,
deja escapar palabras incoherentes
que huyen por el vidrio roto en la ventana
y se pierden en el viento.
La espera se prolonga por horas
que se ocultan en distantes meridianos
y la noche del olvido se insinúa,
como un manto
que cubre la ventana.
El café frío reposa inerte en la taza
ya no tiene aroma
también se fue por la ventana.
Se fue diluido en el aire
escondido en el humo del tabaco.

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