Antes que las naves

Antes que las naves del corsario arrasen con mi puerto, tomaré mi saco de dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía y partiré a recorrer los caminos agrestes de tu campiña, buscando el árbol que nos cobijó aquella noche de nuestro encuentro, buscando el arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed, buscando el nido abandonado de aquellos pichones recién nacidos de la alondra que con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer; buscando bajo las piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré, cuando quise escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.

Y espero que el tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras, que los baches y piedras del camino no me hagan tropezar y caer; y que el viento del norte no entorpezca el caminar por los senderos de tu tierra.

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domingo, 22 de septiembre de 2013

Muchacha de primavera



Tú para mis ojos libidinosos eres mujer,
para mis manos impacientes eres piel,
para mi boca sedienta eres licor,
para mis oídos silentes eres grito y susurro,
para mi lengua sedienta eres agua dulce,
para mi espíritu inquieto eres sosiego,
para mi fuego interior eres  leña, yesca y flama
y para mis instintos de macho eres la hembra,
que seduce, incita y exacerba el vigor dormido.

Pero más que cuerpo, piel, fuego y deseo;
para mi distancia eres carta, prosa y  poesía,
para mis sueños eres la incógnita cubierta en velos,
para mi vigilia el retrato hablado de la mujer soñada,
para mi ignorancia el abecedario que me regala letras,
para mi intelecto inconcluso el apéndice señero
y en la oscuridad eres el faro que me aleja del mar bravío.
Para mi pluma eres musa, tinta y verso de mis delirios
y en mi invierno aciago eres calor que espanta al frío.
Todo eres en mi camino muchacha de primavera
y sobre todo eres, en mi vida, mujer de cuatro estaciones,  

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