Antes que las naves

Antes que las naves del corsario arrasen con mi puerto, tomaré mi saco de dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía y partiré a recorrer los caminos agrestes de tu campiña, buscando el árbol que nos cobijó aquella noche de nuestro encuentro, buscando el arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed, buscando el nido abandonado de aquellos pichones recién nacidos de la alondra que con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer; buscando bajo las piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré, cuando quise escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.

Y espero que el tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras, que los baches y piedras del camino no me hagan tropezar y caer; y que el viento del norte no entorpezca el caminar por los senderos de tu tierra.

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domingo, 22 de septiembre de 2013

Entre palabras y polillas



Un ciento de polillas quieren atrapar la luz difusa de la lámpara sucia,
se acercan, se alejan, se acercan, se queman sus alas inquietas.
Apago la luz, se van.
La vuelvo a encender y vuelven raudas queriendo beber esa luz,
sin importarles que el fuego eléctrico cobre intereses
y achicharre a las más osadas que quieren el vidrio besar.
Veo una, dos, tres, cuatro, que caen en picada, inmoladas,
y van a parar justo en las olas que se agitan en mi copa de ron.
Mientras como polillas rondan mi cabeza recién rapada,
una bandada de letras dispersas que recogí en el día,
mientras me cortaba el pelo,
caminaba calles, miraba las nubes y compraba el pan.
Ahí están ahora volando igual que las polillas,
buscando un verso que las contenga y les dé su razón de ser.
En ese vuelo loco también algunas de tanto esperar se cansan
y en vuelo rasante  se ahogan en mi copa de licor.
Pasa la hora, las polillas se cansaron y emigraron buscando el sueño,
mientras que el mío, a pesar del ron no quiere llegar.
Las letras me están toreando y la pantalla es el ruedo
que incita a escribir los versos que le prometí a la que me tiene sin sueño.
La noche ya se hace día, ya está cantando la alondra,
y en su escondite del árbol un búho se va quedando dormido.
La copa quedó vacía, ron con polillas y letras de un sorbo la bebí…
… y ahora sí, ahora ya siento el teclado, mis dedos parecen las polillas
que inquietas volaban y se incineraban buscando luz.
Vengan las letras que vuelan, ya tengo pensado un enjambre de palabras
para llenar páginas y páginas con  poemas para mi amada.


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