Antes que las naves

Antes que las naves del corsario arrasen con mi puerto, tomaré mi saco de dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía y partiré a recorrer los caminos agrestes de tu campiña, buscando el árbol que nos cobijó aquella noche de nuestro encuentro, buscando el arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed, buscando el nido abandonado de aquellos pichones recién nacidos de la alondra que con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer; buscando bajo las piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré, cuando quise escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.

Y espero que el tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras, que los baches y piedras del camino no me hagan tropezar y caer; y que el viento del norte no entorpezca el caminar por los senderos de tu tierra.

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domingo, 22 de junio de 2014

Locura

Vicente Herrera Márquez
 
 
Grito tu nombre desde el centro de la noche silenciosa.
Grito tu nombre en las esquinas de la calle bulliciosa.
Grito tu nombre en una inmensa sala de hospital.
Grito tu nombre en el centro del cementerio callado.
Me pierdo en el laberinto de los ladrillos pintados de blanco,
donde cuelgan pinturas compradas a algún loco de la calle.
Ahogo sollozos  en un Martini seco con lágrimas saladas.
Rasguño como un gato  el vidrio de la cubierta del escritorio,
Golpeo con rabia el teclado y lucho con los pixeles en la pantalla,
buscando tu imagen, un indicio de ti o algún verso con mi nombre;
buscando rastros de tu andar, que aún dibujen tu caminar en mi libro;
buscando tu mirada, tu palabra, tu aroma y extensiones de tu piel.
Vuelo con las alas de un buitre muerto de hambre en la campiña
y me pongo zapatos de minero para entrar en las cavernas tenebrosas.
Por momentos soy arlequín que va saltando de cama en cama
y de repente un fauno  con tridente de bambú envuelto en llamas.
Soy lobo hambriento en una esquina y oveja asustada  en  una callejuela,
como así también soy dios y diablo en este camino de locura,
por el que voy huyendo de ese adiós que nunca pronunciaste.

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